¿Ahora sí Aerocafé? Nuevo Cronograma Propone Retomar Obras y Entregar el Proyecto en 2028

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Desde hace casi cinco décadas, el proyecto Aeropuerto del Café, conocido como Aerocafé, ha ocupado un lugar prioritario en la agenda de infraestructura del Eje Cafetero. Concebido como una solución estratégica para mejorar la conectividad aérea de Caldas y la región circundante, este proyecto ha enfrentado innumerables obstáculos técnicos, financieros y contractuales que han postergado su ejecución definitiva.

A pesar de las promesas gubernamentales y los avances intermitentes, su construcción ha sido aplazada sucesivamente, convirtiéndose en un caso emblemático de los retos que enfrenta la infraestructura pública en Colombia.

La cronología de este proyecto es una muestra elocuente de la complejidad de la infraestructura pública en Colombia. Aunque la idea se formuló desde 1977, fue hasta 1985, durante el gobierno de Belisario Betancur, cuando se prometió oficialmente su construcción.

Sin embargo, el primer avance concreto apenas se registró en 2012, cuando se seleccionó un consorcio para iniciar el desarrollo de la obra. Siete años después, en 2019, fue incluido en el Plan Nacional de Desarrollo y, para entonces, ya habían pasado más de tres décadas. Hace seis años se logró, por fin, su cierre financiero inicial, consolidando los recursos para una parte del proyecto, pero sin que ello significara el arranque definitivo de las obras.

Hoy, después de décadas de espera y de múltiples intentos fallidos, Aerocafé parece ingresar a una fase decisiva. Según confirmó el Ministerio de Transporte, el proyecto se encuentra en la etapa de recepción y evaluación de propuestas para la ejecución de las obras del denominado “lado aire”, una fase crucial que contempla la construcción de la pista, calles de rodaje y otros componentes esenciales para su futura operación aérea. Este proceso se desarrollará entre los meses de mayo y junio del presente año, abriendo así un nuevo capítulo en la extensa historia de este aeropuerto.

De concretarse el cronograma establecido, se prevé que durante la fase constructiva se generen aproximadamente 3.000 empleos directos, lo cual representa una oportunidad significativa para la dinamización económica de Palestina, en el departamento de Caldas, y su área de influencia.

 Las proyecciones gubernamentales son igualmente ambiciosas: se estima que para el año 2035 el aeropuerto movilizará cerca de 870.000 pasajeros anuales, y que esa cifra superará los 3,2 millones para el año 2055, posicionando a Aerocafé como un pilar fundamental dentro del sistema aeroportuario nacional y una alternativa estratégica para superar las limitaciones operativas del actual Aeropuerto La Nubia, en Manizales.

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Uno de los factores que ha justificado históricamente la necesidad de Aerocafé es precisamente la precaria condición del aeropuerto La Nubia, cuya corta pista y condiciones meteorológicas adversas permiten operaciones solo en el 50 % del tiempo, restringiendo la conectividad aérea de la región y afectando la competitividad del Eje Cafetero. Aerocafé, con una pista de 1.460 metros y plataformas de más de 28.000 metros cuadrados, se perfila como una solución estrategica para cerrar esta brecha histórica.

A nivel logístico y productivo, las expectativas no son menores. El Ministerio de Transporte ha proyectado un crecimiento sostenido en el transporte de carga aérea, con volúmenes que oscilarán entre 4 y 7,5 toneladas anuales, lo que facilitará las exportaciones de productos agrícolas representativos de la región, como café, aguacate, banano, flores y frutas, fortaleciendo las oportunidades para pequeños y medianos productores y consolidando al Eje Cafetero como un eje logístico estratégico para el país.

El Gobierno nacional ha reiterado su compromiso con esta obra, calificándola como una prioridad para el cierre de brechas históricas en materia de conectividad y desarrollo regional. Así lo expresó la ministra de Transporte, María Fernanda Rojas, quien destacó que “Aerocafé es un proyecto que ha priorizado el presidente Gustavo Petro. Ya se garantizaron los recursos, el marco de política pública y tiene un modelo de gobernabilidad para hacer posible este sueño que ha estado frustrado por 50 años en la región”.

El terreno en Palestina, Caldas, ya está completamente adquirido, y el proyecto cuenta con un cronograma actualizado, financiación parcial y un marco jurídico despejado, tras superar uno de los litigios más complejos que enfrentó en su historia reciente. El año pasado, el Estado resolvió a su favor un laudo arbitral contra la firma OHL Colombia, que había recibido la adjudicación en 2021, pero cuyo contrato fue finalizado unilateralmente por incumplimientos y retrasos. La decisión del tribunal permitió la recuperación de $4.636 millones para las arcas públicas, consolidando así la viabilidad jurídica del proyecto.

Actualmente, el dinero comprometido asciende a más de $889.000 millones en vigencias futuras hasta 2028, lo que permite vislumbrar una ruta financiera más clara, aunque el costo total de la obra se acerca a los $1,2 billones. La Contraloría General ha advertido, al menos desde marzo de 2024, que la obra aún presenta un déficit de financiación. En su momento, solo estaban asegurados $603.661 millones, cifra que recientemente aumentó, pero que aún no alcanza el total requerido para garantizar la construcción completa.

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El propio presidente Gustavo Petro ha reconocido los riesgos que enfrenta la iniciativa, señalando problemas de transparencia en la fiducia encargada de manejar los recursos, lo que generó tensiones en la administración de la Aeronáutica Civil y la gerencia del proyecto. Sergio París, entonces director de la Aeronáutica, presentó su renuncia en febrero de este año, al igual que el exgerente de Aerocafé, Fernando Merchán, en medio de advertencias sobre posibles irregularidades en la asignación de recursos y presiones contractuales.

La Secretaría de Transparencia de la Presidencia solicitó, en marzo de este año, a la Procuraduría y a la Contraloría vigilar de cerca el proceso de preselección de contratistas para la etapa actual de Aerocafé, e incluso recomendó suspender el proceso ante la identificación de presuntas irregularidades y carencias en los requisitos contemplados en el manual de contratación.

Pese a este entorno incierto, el Gobierno reiteró que ya están aseguradas vigencias futuras por más de $889.000 millones hasta 2028, se adquirió el 100 % de los predios y se superó el arbitraje con OHL de forma favorable, lo cual —según la ministra Rojas— “consolida la viabilidad jurídica y financiera del proyecto”.

Si el cronograma vigente se cumple, entre mayo y junio se definirá el contratista encargado de ejecutar las obras del lado aire y, hacia septiembre de este año, se iniciarían las actividades de preconstrucción. Se proyecta que el aeropuerto esté operativo en 2028, coincidiendo con el término del actual período de vigencias futuras. La pista estará habilitada para aviones de hasta 70 pasajeros y reducirá en 25 minutos el trayecto terrestre entre Palestina y Manizales, conectando al Eje Cafetero con rutas aéreas que, hasta hoy, solo pueden abordarse desde Bogotá o Medellín.

Más allá de la conectividad, las implicaciones económicas y sociales de Aerocafé son de largo alcance. Según estimaciones oficiales, se generarían más de 2.900 empleos directos durante la etapa constructiva, y en su fase operativa se crearían 6,36 empleos por cada mil pasajeros transportados. La región, además, capitalizará el auge de las exportaciones agroindustriales, que en marzo de 2024 crecieron 50,9 % con ventas por US$1.394 millones, según reportó el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).

A pesar de este panorama alentador, Colombia carga con el mal historial de decenas de obras inconclusas o atrapadas en cuellos de botella jurídicos y contractuales. La pregunta sigue vigente: ¿logrará Aerocafé romper ese patrón y despegar definitivamente? Por ahora, el país entero, y especialmente los habitantes del Eje Cafetero, observan con expectativa el desarrollo de los próximos meses, conscientes de que esta podría ser la última gran oportunidad para saldar una deuda histórica de más de 50 años.

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