En medio de un proceso de modernización sin precedentes, Bogotá avanza hacia la consolidación de un sistema de transporte integrado, eficiente y sostenible. En este contexto, uno de los hitos más representativos de dicha transformación es la construcción de la Estación 13 o Estación Central, considerada la más importante de la Primera Línea del Metro de Bogotá. Esta infraestructura no solo será clave en la operación del sistema férreo, sino que se proyecta como el corazón de la movilidad urbana y el epicentro de un ambicioso plan de renovación urbana que redefinirá la fisonomía del centro de la ciudad.
Ubicada estratégicamente sobre la avenida Caracas, entre las calles 24A y 26, la Estación Central es mucho más que un punto de embarque. Será el núcleo donde convergerán varios modos de transporte: el metro, el sistema TransMilenio, rutas del SITP y el Regiotram de Occidente, permitiendo una conectividad sin precedentes. Esta intermodalidad se complementará con un diseño arquitectónico moderno y funcional que contempla dos edificios de acceso de cuatro niveles y la creación de 15.000 metros cuadrados de espacio público, como parte del Plan de Renovación Urbana Estación Central.
En su primer nivel, la estación ofrecerá acceso libre desde la calle a un área comercial con locales, restaurantes, cafés, droguerías y un punto CADE para servicios ciudadanos. Este espacio está diseñado para promover la apropiación ciudadana del entorno, facilitar el encuentro social y dinamizar la economía local. En los niveles superiores, se organizará el acceso al sistema de transporte. En el segundo nivel, los usuarios encontrarán el ingreso al área paga, con zonas diferenciadas para el metro y TransMilenio. El tercer nivel albergará la plataforma de embarque del metro, así como áreas técnicas para la coordinación operativa de la estación, espacios para baños públicos y zonas de acceso sin pago. En el sótano, se habilitarán 500 biciparqueaderos conectados a la red de ciclorrutas, promoviendo la movilidad sostenible e intermodal.
Uno de los componentes más sofisticados y estratégicos del proyecto será el Puesto Central de Control (PCC), ubicado en el cuarto piso del edificio occidental. Desde este punto se centralizará la operación de los 14 trenes del metro, además del monitoreo de todas las estaciones e instalaciones metroferroviarias. El PCC estará equipado con tecnología de punta, incluyendo un tablero de control óptico, y tendrá capacidad para siete operadores, aunque se prevé que en la práctica trabajen 12 personas, entre permanentes y flotantes, las 24 horas del día, los 7 días de la semana.

Las funciones del PCC serán múltiples y cruciales: optimizar en tiempo real la oferta de transporte, garantizar la seguridad de pasajeros y equipos, supervisar el funcionamiento de todo el sistema, asegurar el suministro eficiente de energía, maximizar el uso de equipos, brindar información oportuna al cliente y facilitar la comunicación entre estaciones, trenes y usuarios. No obstante, su ubicación en el barrio Santa Fe, una zona reconocida por su complejidad social y alta percepción de inseguridad, ha exigido un enfoque arquitectónico riguroso y preventivo. Los diseños contemplan materiales resistentes, estructuras herméticas y ventilación mecánica en el cuarto piso, para proteger el funcionamiento del centro ante posibles protestas, ataques o situaciones de emergencia. La fachada permitirá el ingreso de luz natural, contribuyendo al ahorro energético y respetando criterios de sostenibilidad.
En línea con estas consideraciones, la Empresa Metro de Bogotá ha planteado un rediseño de las fachadas de las estaciones del sistema, con criterios de arquitectura bioclimática que reduzcan el uso de sistemas de aire acondicionado y disminuyan los costos operativos. Todas las estaciones deberán cumplir con los requisitos para obtener la certificación Bogotá Construcción Sostenible, incorporar sistemas de recolección de aguas lluvias y vitrinas activas orientadas al espacio público, fortaleciendo la integración entre la infraestructura y el entorno urbano.

Actualmente, las obras de la Estación Central registran avances importantes. La nave central presenta un avance del 18,75 %, cifra que casi duplica lo programado (9,05 %). La estructura de acceso occidental alcanza un 58 % (ligeramente por debajo del 62,7 % proyectado), mientras que la oriental va en un 62,03 %, frente al 69,2 % previsto. Aunque existen desafíos logísticos y sociales, el desarrollo avanza a buen ritmo, consolidándose como una obra prioritaria para la ciudad.

La construcción de esta estación no solo transformará la movilidad, sino que impulsará un proceso integral de renovación urbana, especialmente en el marco del proyecto “Reencuentro”, una de las Actuaciones Estratégicas (AE) definidas por la administración distrital para orientar el desarrollo urbano. Esta AE, que bordea la estación, fue formulada en 2024, ratificada el 18 de noviembre y su versión final se radicó el 16 de abril de 2025. Abarca un amplio perímetro delimitado al norte por la calle 26, al oriente por la calle 3 y la avenida Caracas, al occidente por la avenida NQS y al sur por las calles 22 y 19.
En este polígono se desarrollará un plan parcial con nuevos proyectos de vivienda, comercio, servicios del cuidado y espacio público, fortaleciendo la oferta urbana en el centro de Bogotá. El plan se estructura en torno a cuatro ejes principales: el fortalecimiento del eje de la calle 26, con enfoque en los bosques urbanos; la consolidación de un eje patrimonial en la calle 24; la creación de una aglomeración económica en la Plaza Samper Mendoza; y la revitalización del barrio Santa Fe – La Favorita, una zona de especial complejidad urbana y social, catalogada actualmente como “zona de tolerancia” según el Decreto 400 de 2001.
Así Será La Estación Central del Metro de Bogotá | El Corazón de las Nuevas Líneas Férreas
Dentro del área delimitada se encuentran más de 100 establecimientos de lenocinio, whiskerías y residencias, lo que convierte la intervención en una oportunidad única para transformar un entorno históricamente marginado. El enfoque no será de erradicación, sino de transformación progresiva. Como explicó Carlos Reyes, gerente de Renobo, entidad encargada de liderar el proceso, el objetivo es articular esfuerzos para mejorar las condiciones urbanas y sociales del sector. Por ahora, la prioridad se centra en proyectos de recualificación del espacio público y mejoramiento de infraestructura básica. Renobo ha sido enfático en que, dadas las dimensiones del reto, se requerirá el concurso de múltiples actores institucionales y privados.

En términos de impacto, la AE Reencuentro transformará de forma radical el entorno de la estación. Actualmente, las 164 hectáreas de intervención albergan 7.777 unidades de vivienda, 93.486 m² de espacio público, 4,3 km de ciclorrutas y 35 pasos peatonales seguros. Al culminar el plan, se proyecta alcanzar 30.307 viviendas, 164.077 m² de espacio público, 13,1 km de ciclorrutas y 73 pasos peatonales seguros. El modelo de ocupación establecerá que el 73 % del territorio se destine a renovación urbana, el 8 % a consolidación y el 19 % a conservación patrimonial, con criterios que valoran tanto el patrimonio material como el patrimonio inmaterial, incluyendo actores históricos como los marmoleros, las fábricas de cuero y la plaza Samper Mendoza. Además, el Centro Nacional de Memoria Histórica asesora el componente de memoria, especialmente en torno al eje de la calle 26 como vía simbólica de la ciudad.
Según las estimaciones de Renobo, para finales de 2025 se abrirá la convocatoria dirigida a desarrolladores privados interesados en construir los proyectos que rodearán la estación. El Distrito ha planteado que esta transformación debe ir más allá de levantar torres de vivienda sin planeación urbana. El propósito es que las cargas urbanísticas derivadas de los nuevos desarrollos se utilicen para ampliar el espacio público, pacificar el tráfico vehicular y reconfigurar el sistema vial conforme a las nuevas prioridades de sostenibilidad, seguridad y habitabilidad.

La Estación Central, por tanto, es mucho más que un nodo ferroviario. Es el símbolo de una nueva visión de ciudad, donde la movilidad moderna se articula con la renovación urbana, la memoria histórica y la inclusión social. Su desarrollo marca el inicio de una nueva etapa para Bogotá, una en la que la infraestructura se convierte en palanca de transformación integral. En el corazón de la capital, entre pasado y futuro, comienza a latir con fuerza la Bogotá del siglo XXI.