En el complejo entramado montañoso que define la geografía antioqueña, los túneles se han convertido en una solución definitiva para superar las barreras físicas que históricamente limitaron la conectividad de la región. A través de la ingeniería subterránea, Antioquia ha dejado atrás su aislamiento vial y ha emprendido una ambiciosa estrategia de integración territorial que no solo conecta municipios y subregiones, sino que también fortalece los vínculos con el resto del país. En este contexto, dos proyectos sobresalen por su escala, complejidad técnica y relevancia estratégica: el Segundo Túnel de Oriente y el Túnel del Toyo o Túnel Guillermo Gaviria Echeverri (GGE). Ambos megaproyectos no solo representan hitos en la infraestructura nacional, sino que marcan un antes y un después en la forma en que se construyen las grandes obras de movilidad en Colombia.
Segundo Túnel de Oriente

Desde su inauguración en 2019, el Túnel de Oriente, con una longitud de 8,2 kilómetros, se consolidó como la vía más eficiente para conectar a Medellín con el aeropuerto internacional José María Córdova de Rionegro. La obra, que redujo el tiempo de desplazamiento a poco más de 20 minutos, superó rápidamente todas las proyecciones. El tráfico diario previsto para el año 2030 —unos 30.000 vehículos diarios— ya fue alcanzado, generando alertas sobre la necesidad de ampliar su capacidad.
Por esta razón, y anticipándose a una posible congestión estructural del corredor, la empresa Odinsa, concesionaria del proyecto, decidió poner en marcha la construcción de la segunda calzada, también conocida como Túnel Santa Elena II, una obra paralela a la ya existente que fue excavada de forma simultánea al primer túnel, pero que hasta ahora no había sido intervenida para su operación.
El proyecto de ampliación del Túnel de Oriente contempla una intervención total de 14,9 kilómetros, distribuidos en 4,5 kilómetros de vías a cielo abierto, más de 12 puentes y viaductos, la excavación de 780 metros del nuevo Túnel Seminario II, y el revestimiento, pavimentación y adecuación de los 8,2 kilómetros del Túnel Santa Elena II. Con esta expansión, se espera consolidar una doble calzada que permita el flujo vehicular bidireccional sin interrupciones y con mayores estándares de seguridad.
El avance de la obra, según informó Carlos Andrés Preciado, gerente general de la Concesión Túnel Aburrá Oriente, alcanza ya el 17 %. Actualmente, se ejecutan varias actividades en simultáneo: las cimentaciones del puente Bocaná 2 en Medellín y del puente Sajonia 2 en Rionegro, los accesos viales industriales por donde se movilizará la maquinaria, y los primeros trabajos para iniciar la excavación del Túnel Seminario II, que conectará directamente con la doble calzada Las Palmas.
La ejecución del proyecto está organizada en cuatro frentes de obra simultáneos, una estrategia clave para garantizar el cumplimiento de los plazos sin afectar el funcionamiento del túnel en operación. El primero corresponde a la excavación del Túnel Seminario II; el segundo, a los viaductos entre Seminario y Santa Elena; el tercero, al revestimiento y adecuación del túnel Santa Elena II; y el cuarto, a la construcción de la superestructura en el sector de Sajonia.

Según Mauricio Ossa, presidente de Odinsa, la inversión total para esta segunda calzada asciende a 1,3 billones de pesos, de los cuales aproximadamente el 40 % corresponde a recursos privados, y el restante será financiado mediante un crédito que se pagará con el flujo vehicular del túnel ya existente. Hasta la fecha, la concesión ha invertido $200.000 millones provenientes de caja acumulada, recursos que ya se encuentran ejecutados en las obras preliminares.
Se estima que, entre agosto y septiembre de 2025, culminen los trabajos de adecuación de las vías industriales, lo que permitirá operar todos los frentes de obra de forma simultánea sin generar afectaciones sobre la movilidad actual. El objetivo final es tener la obra completamente operativa antes de finalizar el año 2027, lo que convertiría al Túnel de Oriente en una autopista subterránea de doble calzada, pionera en el país.
Túnel del Toyo

Si bien el Segundo Túnel de Oriente es vital para la movilidad metropolitana del Valle de Aburrá y el Oriente antioqueño, el Túnel del Toyo —también conocido como Túnel Guillermo Gaviria Echeverri— representa una apuesta de infraestructura nacional con impacto logístico y económico de gran escala. Con sus 9,73 kilómetros de longitud, es ya el túnel más largo de Colombia y se convertirá en el corazón de un corredor vial de 37,7 kilómetros, que incluye 18 túneles y 30 puentes, diseñado para conectar Medellín con el puerto de Urabá, en el Golfo de Darién.
Este megaproyecto tiene como objetivo reducir los tiempos de desplazamiento entre el interior del país y la costa Caribe, especialmente hacia el puerto de Urabá, que se perfila como uno de los nuevos nodos logísticos estratégicos para la exportación e importación de mercancías. Gracias a este túnel, ciudades como Medellín, Bogotá, Bucaramanga y Cali contarán con un acceso más eficiente al mar, lo que reducirá costos logísticos, mejorará la competitividad empresarial y atraerá nuevas inversiones.
El proyecto ha sido desarrollado en dos etapas: la etapa 1, a cargo de la Gobernación de Antioquia y la Alcaldía de Medellín, está prácticamente culminada e incluye el túnel principal, mientras que la etapa 2, que inicialmente fue responsabilidad del Gobierno Nacional, enfrentó retrasos considerables que amenazaban con dejar inconclusa la funcionalidad del corredor.
Ante esta situación, en 2024 se tomó la decisión de ceder los contratos de la etapa 2 a las autoridades regionales, quienes se comprometieron a asegurar los recursos y acelerar su finalización. El gobernador de Antioquia, Andrés Julián Rendón, anunció que se requerirá una inversión de aproximadamente 850.000 millones de pesos para terminar los tramos pendientes, aunque aún no se ha definido cuánto aportará la Alcaldía de Medellín ni en qué momento se desembolsarán los fondos. No obstante, el gobernador confirmó que ya se han invertido $250.000 millones en el tramo dos y que el proyecto estará completo a finales de 2026.

Desde enero de 2025, se reactivaron formalmente las obras en el primer contrato de la etapa 2, el cual inicia en Santa Fe de Antioquia y comprende la excavación del Túnel Cero (de 1 km), la construcción de 2,8 kilómetros de vías a cielo abierto y la terminación de un puente de 200 metros. Estos trabajos son esenciales para que el corredor entre en funcionamiento como un sistema integrado, sin interrupciones, desde Medellín hasta Urabá.
La construcción simultánea del Segundo Túnel de Oriente y del Túnel del Toyo es una clara muestra del salto cualitativo que Antioquia ha dado en materia de infraestructura de transporte. Estas obras no son únicamente soluciones de ingeniería; representan la voluntad de superar los retos históricos del territorio, reducir las brechas entre regiones, y consolidar un modelo de desarrollo descentralizado, moderno y competitivo.
Ambos túneles, con sus múltiples frentes de trabajo y sus cronogramas ambiciosos, también son ejemplos del nuevo enfoque colaborativo entre el sector público y privado, donde la eficiencia técnica se complementa con esquemas financieros innovadores y una planeación territorial más consciente.