La ciudad de Medellín se prepara para vivir una de las transformaciones más ambiciosas en su historia deportiva y urbana. El Estadio Atanasio Girardot, ícono del fútbol colombiano y emblema de la cultura paisa, será completamente renovado para convertirse en un escenario de talla mundial, con una capacidad ampliada a 60.000 espectadores, nuevas zonas de acceso, tecnología de última generación y una estructura moderna que mantendrá su carácter 100% público, preservando así su esencia como patrimonio de la ciudad.
El dia de hoy, miércoles 5 de noviembre, El alcalde Federico Gutiérrez presentó los detalles del megaproyecto, que se presenta como una intervención integral que combina ingeniería, diseño urbano, inversión pública y un decidido componente social, y cuyo alcance pretende transformar no solo la infraestructura deportiva sino todo el entorno y la experiencia de la ciudadanía al asistir a eventos.
La Alcaldía de Medellín, bajo la administración de Federico Gutiérrez, ha expuesto un plan detallado que, según sus responsables, no pretende ceder la operación del recinto a un privado sino mantenerlo 100% público, garantizando que los beneficios socioeconómicos y culturales permanezcan en la ciudad. El punto de partida técnico es claro: el estadio pasará de 44.000 a 60.000 espectadores mediante la construcción de una nueva tribuna superior —un tercer anillo o tercera gradería— que se apoyará en columnas externas diseñadas para ser estructuralmente independientes de la estructura existente; de este modo, la ampliación no compromete la base actual del inmueble, la cual ya cuenta con refuerzos estructurales, y se prevé ejecutar un estudio sismo-resistente para determinar adaptaciones adicionales si fuesen necesarias.
La nueva tribuna permitirá además integrar rampas que conectarán de manera directa con el segundo nivel, agilizando flujos de ingreso y salida y mejorando la accesibilidad, especialmente para personas con movilidad reducida; en total se construirán cuatro nuevas rampas de entrada y se duplicará el número de torniquetes, lo que, junto con la modernización de los sistemas de boletería, busca reducir tiempos de espera y congestión en accesos y salidas. En cuanto a la experiencia para el espectador, el plan incluye la sustitución de la actual cubierta por una nueva cubierta y la instalación de una piel o fachada renovada con juegos de luces dinámicos que permitirán, entre otras cosas, proyectar identidad de equipos y eventos; la iluminación pasará a un esquema interno tipo LED, similar a modelos internacionales como el del Santiago Bernabéu, y se implementará un anillo perimetral de pantallas 360° que mejorará la visibilidad y la experiencia audiovisual desde todas las tribunas.
La cancha será renovada íntegramente para cumplir los estándares internacionales que permitan recibir encuentros de FIFA, Conmebol y torneos internacionales, pero se mantendrá la intención de no cerrar completamente la cubierta —por razones climáticas y para garantizar la entrada de luz y agua a la gramilla— conservando así condiciones de juego adecuadas al clima local. La intervención contempla la modernización total de las redes del estadio —sistemas hidrosanitarios, eléctricos y demás infraestructuras críticas—, la instalación de nueva silletería más confortable y segura para todas las graderías, la renovación integral de camerinos, palcos, cabinas de prensa y zonas VIP, y la incorporación de pantallas adicionales para ofrecer múltiples visiones desde los distintos sectores.
Uno de los ejes centrales del proyecto es su alcance social: la Alcaldía ha subrayado que los venteros tradicionales del Atanasio no serán excluidos sino que serán capacitados, formalizados y apoyados con instrumentos como el Banco de las Oportunidades para que transiten de ser venteros informales a comerciantes formales, con acceso a créditos blandos, formación en administración y acompañamiento para mejorar la calidad de la oferta gastronómica y comercial dentro y fuera del estadio; este enfoque pretende reparar prácticas pasadas en las que pocos controlaban los negocios, y devolver la oportunidad a quienes han trabajado de toda la vida en el recinto. El proyecto, además, considera la renovación de 40.000 metros cuadrados de espacio público perimetral, donde se reordenarán áreas de venta externas, accesos y zonas de esparcimiento para integrar el estadio con la unidad deportiva que lo circunda —piscinas, canchas de tenis, canchas Marte y otros escenarios—, todo ello pensado para que la experiencia comience desde el ingreso a la unidad deportiva y no únicamente dentro del coliseo.
En materia de seguridad y tecnología se ha proyectado una inversión cercana a 50.000 millones de pesos destinada a un sistema integral de vigilancia —cámaras, control de acceso y reconocimiento facial— administrado por la Empresa de Seguridad Urbana, con el objetivo declarado de proteger a hinchas, jugadores, árbitros y periodistas durante el ingreso y durante los partidos; estos sistemas se sumarán a mecanismos de control digital de boletería y monitoreo en tiempo real. En el componente sanitario y de confort, el estadio verá un aumento del 33% en sus unidades sanitarias, pasando de 399 a 531 baños totalmente nuevos, atendiendo una de las quejas históricas de los usuarios; este y otros elementos (como la renovación de techos, coliseos y otras cubiertas asociadas a la unidad deportiva) forman parte de una intervención que no se limita a “poner una gradería más”, sino a transformar el conjunto de infraestructuras que sostienen la operación cotidiana del complejo.
El financiamiento total del megaproyecto se calcula en torno a 750.000 millones de pesos, de los cuales aproximadamente 650.000 millones corresponden específicamente al estadio y sus obras de construcción y modernización, y el resto cubre la renovación del espacio público y la inversión tecnológica asociada; la Alcaldía ha planteado que la ciudad aporte cerca de 400.000 millones de pesos —con desembolsos escalonados: 70.000 millones ya comprometidos este año, aproximadamente 238.000 millones el año entrante y otras vigencias futuras hacia 2027—, mientras que el resto del financiamiento se buscaría mediante figuras como un patrimonio autónomo que permita apalancar recursos garantizados por los ingresos futuros del estadio (explotación comercial, publicidad, venta de contenidos en pantallas, etc.), replicando modelos de financiación aplicados por operadores en estadios internacionales y que liberarían carga financiera inmediata a las arcas municipales; todas estas propuestas serán llevadas al Consejo de la Ciudad para discusión y aprobación de vigencias futuras y mecanismos de control.
Desde el punto de vista procedimental, ya han comenzado trabajos preparatorios: se inició el estudio de suelos y se prevé radicar los diseños definitivos ante la curaduría en enero del año entrante, con la intención de lanzar la licitación pública en abril, iniciar obras hacia mayo o junio y, si los cronogramas se cumplen y no hay imprevistos, entregar la obra a la ciudad en diciembre de 2027; la Alcaldía ha sido enfática en que la licitación será pública y 100% transparente, y que la adjudicación debe recaer en el contratista que ofrezca la mejor propuesta y cumpla con los compromisos técnicos y de plazo. Durante la fase de construcción se prevén trabajos provisionales de reparación y mantenimiento (por ejemplo, intervenciones en la cubierta actual para evitar filtraciones) para que la afición pueda seguir disfrutando del estadio con condiciones dignas mientras se ejecuta la transformación definitiva; en este sentido, ya se han ordenado a los equipos competentes tareas de reparación temporal para mejorar la experiencia de los asistentes mientras el proyecto mayor avanza.
El plan se relaciona además con una política deportiva y social más amplia: la administración ha priorizado la rehabilitación de 700 escenarios deportivos en la ciudad —de los cuales 138 ya han sido entregados este año, 282 estarán completamente renovados al cierre de este año según sus proyecciones, y el resto se entregará antes de finalizar 2027—, la renovación de piscinas usadas en recientes eventos como los Panamericanos (las cuales quedaron renovadas), reparación de techos y coliseos, y la pronta adjudicación del arreglo completo de la pista Alfonso Galvis, cuyo anuncio se adelantará en los próximos días, en preparación para recibir a atletas de alto nivel en los Panamericanos de atletismo previstos para junio del año entrante. También se contempla la rehabilitación del Complejo Deportivo El Cincuentenario como una sede alterna que podría albergar partidos y servir de complemento al nuevo Atanasio.
En lo cultural y social, el proyecto enfatiza la necesidad de consolidar una cultura del fútbol en paz: el alcalde ha destacado los recientes clásicos que se vivieron con civismo y ha llamado a la responsabilidad de hinchas, clubes, jugadores y autoridades para que la violencia no vuelva a empañar la fiesta deportiva; a su vez, señaló la importancia de proteger a árbitros y periodistas frente a exposiciones indebidas y garantizar condiciones dignas para todos los trabajadores y actores que hacen posible cada espectáculo deportivo.
El discurso público asociado al proyecto remite también a una memoria histórica de transformación social a través del deporte en Medellín: se recordó cómo en la década de 1990 el deporte fue una herramienta para la penetración institucional en comunas y corregimientos, y cómo la inversión en escenarios contribuyó a procesos de convivencia y rehabilitación urbana; ese mismo enfoque social, según los promotores del plan, motiva hoy la formalización de vendedores y la generación de oportunidades económicas vinculadas al nuevo estadio. En términos operativos se está evaluando también la posibilidad de presentar soluciones sobre parqueaderos cercanos mediante alianzas o propuestas de APP o concesiones, aunque estas iniciativas se mostrarán solo cuando tengan la validación técnica y jurídica correspondiente puesto que prima la prudencia a la hora de garantizar hechos reales y verificables.
El anuncio subraya además decisiones previas respecto a la gestión del estadio: la administración ha descartado modelos de cesión a privados por 29 años que en el pasado generaron controversia y fueron objetados por instancias judiciales por falta de socialización y por aspectos sociales no resueltos, especialmente en lo referente a los vendedores tradicionales; por ello la apuesta es mantener el carácter público del recinto y articular mecanismos de financiación que no signifiquen pérdida de control por parte de la ciudad.
La inversión en seguridad tecnológica, la renovación de redes, la ampliación de baños, la modernización de cabinas y camerinos, la instalación de pantallas y una piel dinámica, la construcción del tercer anillo y sus columnas de apoyo, las rampas de acceso que agilizarán flujos, la duplicación de torniquetes, la modernización de la iluminación interna, la integración del estadio con 40.000 metros cuadrados de espacio público renovado, la formalización y capacitación de los venteros a través del Banco de las Oportunidades, la estrategia financiera mediante un patrimonio autónomo y la transparencia en la licitación pública configuran un proyecto ambicioso cuyo objetivo declarado es entregar “un nuevo estadio” y no solo un render, y convertir al Atanasio en un referente de categoría internacional que impulse la economía local, la oferta turística y la cultura deportiva en claves de convivencia y paz.
La administración reconoce que los cronogramas deben respetar la normativa y la seguridad técnica y que, si es necesario, los plazos podrían ajustarse con tal de garantizar la calidad y la seguridad de la obra, pero mantiene la hoja de ruta: estudios ya en marcha, diseños definitivos en enero, licitación en abril, inicio en mayo/junio y entrega tentativa en diciembre de 2027, con un horizonte de transformación que enlaza inversión pública, progreso urbano y justicia social en uno de los escenarios más simbólicos de Medellín.