En el corazón de Cundinamarca se construye el Parque Solar Puerta de Oro, un complejo que ya registra un 71% de avance en su ejecución y que se proyecta como el mayor proyecto fotovoltaico de Colombia. Con una inversión cercana a USD 280 millones y una capacidad instalada de 300 MWac, esta obra se levanta en los municipios de Guaduas y Chaguaní, consolidando al departamento como un referente en la transición hacia las energías limpias.
En términos energéticos, el impacto será monumental. Una vez entre en operación, prevista para el primer trimestre de 2026, el parque podrá abastecer de electricidad a más de 550 mil hogares, equivalente a una ciudad intermedia como Bucaramanga. De igual forma, permitirá evitar la emisión de 155.798 toneladas de CO₂e al año, aportando a los compromisos internacionales de reducción de gases de efecto invernadero y al cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París.
En el plano social, el proyecto ya deja importantes beneficios. Más de 1.100 empleos directos han sido generados durante su construcción, de los cuales el 95% corresponde a mano de obra local. Asimismo, 49 empresas regionales han sido contratadas para suministros y servicios, dinamizando la economía de Guaduas, Chaguaní y municipios vecinos. A esto se suman oportunidades para emprendedores y programas de apoyo social por más de $1.300 millones, enfocados en formación técnica, mujeres rurales y actividades culturales.
En el ámbito económico, las regalías representan un eje estratégico. Se estima que el proyecto aportará cerca de $35.000 millones anuales, recursos que fortalecerán los presupuestos municipales en infraestructura, educación, salud y proyectos comunitarios. Este flujo de inversión social, combinado con el impulso al comercio local, convierte al complejo en un motor de desarrollo integral para la región.
En materia ambiental, Puerta de Oro combina innovación tecnológica con medidas de conservación. El proyecto contempla la protección de 600 hectáreas de ecosistemas estratégicos, la compensación en 1.700 hectáreas adicionales y la siembra de 12.000 árboles. Además, estará conformado por 511.830 módulos fotovoltaicos y 330 inversores, interconectados mediante una línea de transmisión de 22,5 kilómetros hacia la subestación San Felipe en Armero-Guayabal (Tolima).
Desde una perspectiva estratégica, la obra refuerza la confiabilidad del sistema eléctrico nacional. El Ministerio de Minas y Energía resaltó que esta capacidad instalada contribuirá a estabilizar el perfil de tensión en la Sabana y el centro del país, zonas que presentan alta demanda y requieren soluciones inmediatas para garantizar calidad en el servicio. Asimismo, permitirá enfrentar de manera más sólida los picos de consumo energético y los impactos del fenómeno de El Niño sobre los embalses hidroeléctricos.
En el contexto nacional, el proyecto se suma a un conjunto de iniciativas que han marcado la evolución de la matriz energética. El Parque Solar El Paso (Cesar), inaugurado en 2019 con 86 MW, fue pionero en el país; el Parque Solar La Loma (Cesar), con 187 MW, consolidó al Caribe como epicentro del desarrollo solar; y el Parque Solar Castilla (Meta), inaugurado en 2022 con 21 MW, mostró el potencial de diversificación en regiones petroleras. A estos se suma el Parque Eólico Jepírachi (La Guajira), pionero desde 2004 con 19,5 MW, y los parques Alpha y Beta, que en conjunto superarán los 400 MW.
Estos desarrollos confirman que Colombia avanza hacia la meta de que el 12% de su matriz eléctrica provenga de fuentes renovables no convencionales en 2030. En este escenario, Cundinamarca se consolida como un actor clave, no solo por su ubicación estratégica cercana a los principales centros de consumo, sino también por el modelo de articulación entre autoridades, empresas privadas y organismos internacionales como la FDN, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Climate Investment Funds, que respaldan la financiación del proyecto.
No obstante, la transición energética enfrenta retos estructurales. Expertos advierten sobre la necesidad de agilizar los procesos de licenciamiento ambiental, ampliar la capacidad de transmisión eléctrica en varias regiones y fortalecer la participación ciudadana para garantizar la aceptación comunitaria de los proyectos. En este sentido, la experiencia de Guaduas y Chaguaní, donde se priorizó la contratación local y la inversión social, se perfila como un modelo replicable en otros departamentos.
El Parque Solar Puerta de Oro simboliza un cambio de rumbo para el futuro energético de Colombia. Más allá de la generación eléctrica, representa una apuesta por la formación de talento humano, la promoción de energías distribuidas en zonas rurales y el impulso a la electromovilidad. Su avance confirma que la transición hacia una matriz energética más diversificada y sostenible ya no es solo un objetivo, sino una realidad en construcción.