La ciudad de Bogotá avanza en la construcción de una de las obras más singulares y ambiciosas de su infraestructura vial reciente: el puente vehicular y peatonal de la calle 153 con Autopista Norte, un proyecto que combina ingeniería moderna, innovación en materiales, sostenibilidad ambiental y un enfoque integral para mejorar la movilidad en una de las zonas más congestionadas de la capital colombiana. Esta estructura no solo representa un avance en términos de conectividad urbana, sino también un referente técnico por la incorporación de icopor (poliestireno expandido) en su proceso constructivo, un material que promete cambiar la forma en que se ejecutan las obras de gran envergadura en el país.
El proyecto fue concebido como parte de las obras priorizadas en el Acuerdo de Valorización 724 de 2018, con el objetivo de aliviar los cuellos de botella en la Autopista Norte y facilitar la circulación en sentido oriente–occidente, beneficiando directamente a las localidades de Suba y Usaquén. Se espera que impacte positivamente a más de 800.000 usuarios diarios, entre residentes y población flotante que transita constantemente por esta zona estratégica de la capital.
Según el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), con corte al 6 de octubre de 2025, la obra presenta un avance del 62,49 %, lo que representa un progreso importante frente a la situación inicial. Cuando la actual administración recibió el proyecto en enero de 2024, su avance era apenas del 11,23 %, lo que evidencia un esfuerzo significativo de aceleración en los últimos meses. El puente fue contratado originalmente en 2021, con una fecha estimada de entrega en 2023, sin embargo, diversas dificultades técnicas y contractuales generaron retrasos que llevaron a replantear los cronogramas de ejecución. Ahora, la entrega está proyectada para el segundo semestre de 2026.
Uno de los elementos más innovadores y que ha llamado la atención de la opinión pública es el uso de icopor en la construcción de los aproches del puente, es decir, las rampas que conectan la vía principal con la estructura. Esta decisión técnica busca reducir significativamente el peso sobre el terreno y garantizar un mejor control de los asentamientos. Para esta obra se tiene prevista la utilización de 10.342,40 metros cúbicos de este material, con una densidad de 20 kg/m³, lo que equivale apenas al 1 % del peso de los materiales tradicionales empleados en este tipo de infraestructura.
El icopor, también denominado GEOBLOQUE, es un bloque de poliestireno expandido (EPS) que se utiliza como material de relleno en obras de construcción. Su principal ventaja radica en su bajo peso, lo que permite que los elementos estructurales complementarios sean más livianos y que las cargas sobre la cimentación disminuyan considerablemente. Además, posee excelentes propiedades: comportamiento estable bajo cargas permanentes, estructura celular cerrada que reduce al mínimo la absorción de humedad, resistencia a las heladas y a la putrefacción, y un carácter inerte que garantiza su durabilidad. Otra ventaja es que se trata de un material 100 % ecológico, reutilizable y con una generación mínima de desperdicios, lo que aporta un componente de sostenibilidad ambiental a la obra.
Entre los beneficios adicionales de utilizar icopor en este tipo de infraestructura, el IDU destaca que su ligereza permite acelerar el ritmo de ejecución, ya que facilita la manipulación manual y reduce la necesidad de maquinaria pesada, disminuyendo así costos operativos y tiempos de obra. Al mismo tiempo, su resistencia y comportamiento bajo cargas lo convierten en un material confiable y eficiente para la conformación de las rampas de acceso.
En cuanto a la dimensión y características técnicas de la estructura, el puente contempla una longitud total de 363 metros, incluyendo las rampas de acceso, y un ancho de 24,45 metros. La distribución de la calzada incluye tres carriles vehiculares, un carril adicional de incorporación y cinco metros destinados a ciclistas y peatones, fortaleciendo de esta forma la infraestructura para la movilidad sostenible. También se ha proyectado una ciclorruta de 450 metros y la adecuación de más de 5.000 metros cuadrados de espacio público, con el objetivo de brindar alternativas seguras y eficientes para peatones y ciclistas, además de descongestionar uno de los corredores más transitados de la capital.
La obra tiene como propósito mejorar de manera sustancial la movilidad entre Suba y Usaquén, dos localidades que concentran un alto flujo vehicular diario. Para lograrlo, el diseño del puente contempla la conexión total de la avenida La Sirena, permitiendo un flujo más eficiente en sentido oriente–occidente y reduciendo los tiempos de desplazamiento. Esto no solo representa un alivio para los conductores particulares, sino también para el transporte público y los medios de transporte alternativos.
En términos constructivos, uno de los hitos más recientes fue el vaciado de los últimos 146 metros de tablero sobre la Autopista Norte, una etapa fundamental que constituye la base de la futura calzada por donde circularán los vehículos. La siguiente fase corresponde a la construcción de las rampas de acceso, que permitirán integrar completamente la estructura al sistema vial existente. Esta etapa es crucial para garantizar la funcionalidad de la obra y la eficiencia de la movilidad en la zona.
El proyecto fue adjudicado al Consorcio Vial Colombia 2021, conformado por INZIGNIA CONSTRUCTION S.A. (34 %), CASS Constructores S.A.S. (33 %) y Solarte Nacional de Construcciones S.A.S. SONACOL S.A.S. (33 %), con un contrato por un valor total de $64.000 millones de pesos, incluyendo la interventoría. A pesar de los avances actuales, la ejecución no ha estado exenta de dificultades: el IDU confirmó que los retrasos obedecen a ajustes en el diseño de la cimentación y a problemas contractuales, factores que han derivado en la evaluación de una sanción económica de $243 millones de pesos al contratista, con el fin de garantizar el cumplimiento de los plazos y los estándares de calidad exigidos para una obra de esta magnitud.
El director del IDU, Orlando Molano, se ha referido públicamente al avance de la construcción y a los compromisos adquiridos para asegurar su culminación. “Este puente es una obra clave para mejorar la movilidad en el norte de Bogotá, y estamos comprometidos con su entrega en 2026. Seguiremos haciendo seguimiento riguroso y presionando al contratista para cumplir con los plazos”, afirmó Molano, quien también subrayó que la instrucción del alcalde Carlos Fernando Galán ha sido clara: entregar las obras en curso para mejorar la movilidad de la ciudad.
La llamada “obra de icopor” se ha convertido en un símbolo de innovación dentro del conjunto de proyectos viales que adelanta Bogotá. El uso de materiales alternativos, como el EPS, representa un cambio significativo frente a las prácticas tradicionales, al introducir técnicas más sostenibles y eficientes que podrían replicarse en futuras intervenciones urbanas. La posibilidad de emplear icopor como relleno ligero abre oportunidades para reducir costos, acelerar la ejecución de obras y minimizar el impacto ambiental de grandes proyectos de infraestructura.
Además, este puente responde a una necesidad urgente de la capital: descongestionar la Autopista Norte, uno de los corredores con mayor flujo vehicular de toda la ciudad, especialmente en las horas pico de la mañana y la tarde. Al mejorar la conectividad, no solo se optimizan los tiempos de desplazamiento, sino que también se reducen emisiones contaminantes derivadas del tráfico prolongado, contribuyendo así a mejorar la calidad del aire y a fortalecer el enfoque de movilidad sostenible.
La construcción de este puente es también un ejemplo de cómo las ciudades pueden adoptar soluciones innovadoras para enfrentar los desafíos crecientes de movilidad. Si el proyecto mantiene el ritmo actual, para 2026 Bogotá podría contar con una infraestructura moderna, sostenible y eficiente, que marque un precedente para futuras obras en el país.
